Ofrecerle Lo Mejor

Y techó el cuerpo mayor del edificio con Madera de ciprés, la cual cubrió de oro fino, e hizo realzar en ella palmeras y cadenzas.

2 Crónicas 3:5

Es increíble como la iglesia de hoy utiliza la buena enseñanza de que “la iglesia consiste de creyentes y no de edificios” como un pretexto de no cuidar la casa de Dios. Sí es cierto que no deberemos adorar el edificio porque Dios mora en los creyentes, pero esto no significa que Él no mora en edificios. Cualquier sitio donde Dios decides obrar por medio de su Palabra es santo. Donde dos o tres se congregan para ese propósito se convierte a un templo de Dios. Entonces, esta realidad revelado en el Nuevo Testamento no anula la enseñanza del Antiguo Testamento; solamente le añade. Al leer casualmente el Antiguo Testamento uno reconoce que Dios deseas que nuestras casas no sean mejor que su templo. El deseas que le ofrezcamos lo mejor. En el Nuevo Testamento esta enseñanza se expanda a no solamente el templo de Dios de ladrillo y mortero, sino el templo de carne y sangre al fin que Dios desea lo mejor en ambos.

Entonces vamos a ofrecerle lo mejor de nuestros talentos, tiempo, y adoración porque sí nuestro cuerpo es templo de Dios. Pero si en realidad nosotros le ofrecemos lo mejor de nuestro ser, entonces la Casa de Dios también va a consistir de lo mejor. En nuestra iglesias deberemos tener la meta de tener los mejores muebles, la mejor carpeta, los más lindos y limpios edificios y todo lo que hagamos debe de ser de un nivel de suprema-profesionalismo.